tag:blogger.com,1999:blog-52302901990018524222024-03-08T05:12:04.191-08:00Futbolcedario. Historias de fútbolPedro J. Díazhttp://www.blogger.com/profile/15680286092393473489noreply@blogger.comBlogger4125tag:blogger.com,1999:blog-5230290199001852422.post-14418824990472318962010-12-27T12:39:00.000-08:002010-12-27T23:00:56.040-08:00EL PARTIDO DE LA MUERTE<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Existe una extensa bibliografía acerca de lo que ocurrió en la lejana Kiev en el verano de 1942, pero lo que de verdad ha quedado para la posteridad es lo esencial de los hechos, que es la demostración de dignidad y orgullo de un grupo de futbolistas ucranianos, pertenecientes al Dinamo de Kiev, frente a la barbarie e inhumanidad del poder nazi, que ni bajo las peores amenazas pudo coartar la libertad y fortaleza de espíritu de aquellos hombres. En Kiev es un tema tabú, sus gentes nunca han querido publicitarlo demasiado, por miedo y represalias unos, y otros porque se consideró una historia falsa, una invención del poder “stalinista” para pisotear el recuerdo nazi, y de paso realzar la dignidad del pueblo soviético. A pesar de la controversia, y de las mil versiones, lo cierto es que todo aquello, por desgracia, ocurrió. Makar Goncharenko, uno de los jugadores del Dinamo de Kiev de la época, fue el último superviviente de aquel drama. En 1992 dio fe de ello, y contó los detalles de uno de los episodios más tristes de la relación que siempre ha mantenido el fútbol con la política.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2z5iElhI/AAAAAAAABfk/Q1gf-NJAhBA/s1600/pm3.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="407" n4="true" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2z5iElhI/AAAAAAAABfk/Q1gf-NJAhBA/s640/pm3.png" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los hombres del F.C. Start con sus oponentes del Flakelf alemán, en "El partido de la muerte"</td></tr>
</tbody></table></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Las tropas de Hitler habían entrado en la Unión Soviética el 22 de Junio de 1941. El líder nazi, en su afán por conquistar el Mundo, había emprendido la más ambiciosa de sus batallas, que al final le haría perder la Guerra y su vida. La llamada “Operación Barbarroja” sorprendió al ejército soviético, que en apenas unos meses sufrió una masacre en sus tropas, y cedió un terreno vital en Bielorrusia y Ucrania. El 19 de Septiembre de 1941, el ejército alemán entró victorioso en Kiev. Parte de su población, contraria al régimen soviético, vio en un principio a los alemanes como salvadores de su angustiosa situación, pero desconocían los verdaderos planes de Hitler, y a medida que fueron sucediéndose las represiones y los fusilamientos, el pueblo ucraniano se posicionó como firme oponente a la invasión nazi. Más de treinta mil personas fueron ejecutadas en los dos últimos días de aquel mes de Septiembre, en la boscosa vaguada de Babi Yar, cinco kilómetros al noroeste de Kiev. Casi todos eran judíos.<br />
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El Dinamo de Kiev apenas tenía catorce años de vida. Fundado en 1927, había adquirido el nombre de “Dinamo” por ser el equipo representativo de los trabajadores del Ministerio del Interior. El Gobierno soviético, que patrocinaba el fútbol en la URSS, conocía la capacidad de este deporte para fines propagandísticos de todo tipo, sobre todo en materia política, y trató de evitar que los equipos de fútbol representasen a sus respectivas Repúblicas, para que no se produjesen “enfrentamientos” regionales, y dar una imagen de unidad soviética. Por ello, ideó un sistema de denominaciones mediante el cual los clubes representaban a toda la clase obrera, pero cada uno a un sector determinado. Así, se creó el Lokomotiv de Moscú, que era el equipo de los trabajadores del sector ferroviario. El Torpedo de Moscú representaba a los trabajadores del automóvil. El CSKA de Moscú era el equipo del ejército soviético, y sus jugadores estaban integrados en las unidades de Caballería. Otros clubes adoptaron nombres de personajes por un motivo u otro históricos. El Shakhtar Donetsk fue creado en 1936 bajo la denominación de Stakhanovets, como tributo a Aleksei Stakhanov, un obrero de la minería que dio nombre al movimiento obrero socialista conocido como “Estajanovismo”. Por su parte, el Spartak de Moscú evocó con su nombre al célebre esclavo traciano Espartaco.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
Durante los años 30, el fútbol había adquirido una enorme popularidad en toda Europa, y la Unión Soviética no era la excepción. El Dinamo de Kiev era un buen equipo en aquella época, y contaba con futbolistas de calidad. Hacía pocos años que la Liga soviética se había puesto en marcha, y la entrada de los nazis en Julio de 1941 imposibilitó que se completase la temporada. Algunos jugadores del Dinamo fueron reclutados por el ejército soviético para la defensa del territorio ucraniano, y otros lograron refugiarse cuando los alemanes irrumpieron en la ciudad de Kiev, en Septiembre de 1941. Durante meses, los más duros de la ocupación, los futbolistas del Dinamo que habían escapado a la Guerra malvivieron como pudieron en su ciudad, cuidados por familiares y amigos, incluso hinchas de su equipo que en otro tiempo les idolatraban, y que ahora tenían que ofrecerles algo que llevarse a la boca para poder sobrevivir. Iosif Kordif, antiguo seguidor del Dinamo de Kiev, y dueño de una panadería requisada por los alemanes, se convertiría en triste protagonista del “Partido de la muerte”.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
</div><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2r3qinPI/AAAAAAAABfc/X1dEUUgYmZU/s1600/pm5.bmp" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" n4="true" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2r3qinPI/AAAAAAAABfc/X1dEUUgYmZU/s1600/pm5.bmp" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Nilolai Trusevich</td></tr>
</tbody></table><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Kordif, un checo residente en Kiev desde hacía unos años, y a quien su origen alemán le había otorgado ciertos privilegios, regentaba una panadería que daba trabajo a trescientas personas, y que había sido intervenida como parte de la ocupación. Cuentan que un día Kordif, caminando por las calles de Kiev, se dio de frente con un hombre cadavérico, muerto de hambre y necesidad, vestido con harapos mugrientos, al que reconoció no sin cierta dificultad. Era Nikolai Trusevich, el, en tiempos mejores, grandullón y fortachón portero del Dinamo de Kiev. Tal fue la impresión que le causó Trusevich al panadero que, sin pensarlo, le ofreció un puesto de trabajo en su negocio, al menos para que pudiese comer y estar refugiado, aunque posiblemente le ocultó sus verdaderas intenciones, que eran formar un equipo que representase a su panadería. Lo que en un principio pareció un acto de humanidad de un hincha agradecido con las pretéritas gestas de su ídolo, se convertiría con el paso de los meses en un camino sin retorno para el prematuramente envejecido guardameta ucraniano.<br />
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El idólatra Kordif tenía a uno de sus cromos trabajando en su panadería, pero quería, si era posible, juntar al resto de jugadores del Dinamo. Imaginó que, si Trusevich, que era uno de los jugadores mejor posicionados antes de la llegada nazi, estaba en semejantes condiciones, el resto de sus compañeros debía de estar en otras similares, si no peores. Así es que, después de las indagaciones, convenció a Trusevich para que buscase al resto de futbolistas del Dinamo, que seguían escondidos en Kiev, sin trabajo y sin nada con lo que evitar morir de inanición, y les ofreciese un trabajo en la panadería, en las mismas condiciones en las que él estaba. Makar Goncharenko, gran amigo de Trusevich, fue el primer jugador con el que contactó, y en pocos días llegó a su nuevo trabajo. Días después, los futbolistas Georgy Timofeyev, Ivan Kuzmenko, Pavel Komarov, Alexei Klimenko, Nikolai Korotkykh, Vasily Sukharev, Feodor Tyutchev, Mikhail Putisin y Milkhail Melnik también aceptaron la propuesta. Eran ocho jugadores del Dinamo de Kiev, y tres del Lokomotiv de Kiev. El panadero ya tenía su equipo completo.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
Durante semanas, el improvisado equipo entrenó en el patio trasero de la panadería. Las famélicas constituciones de los jugadores no habían mejorado demasiado a base de pan y agua, pero al menos sí les permitía ya ejercitarse de una manera adecuada. Mientras, el ejército nazi seguía ocupando Kiev, y en un intento de “normalizar” la vida en la ciudad, decidió programar una serie de partidos de fútbol, a modo de torneo, en el que participarían guarniciones rumanas y húngaras, trabajadores del ferrocarril y un equipo que representaba a los colaboracionistas locales, ucranianos que se habían puesto del lado alemán. Kordif no dejó pasar la oportunidad que había esperado desde el día que encontró en las calles de Kiev a Nikolai Trusevich, y ofreció a los nazis la participación del equipo de su panadería en esos partidos. Considerando que la inclusión del equipo que representase a la población ucraniana contraria a la invasión podría servir como acercamiento al pueblo soviético, los mandos nazis autorizaron la participación del equipo de la panadería, si bien pusieron como condición que se abstuviesen de mantener ninguna de las antiguas denominaciones con tintes soviéticos, como Dinamo o Lokomotiv, ya que esos nombres podían crear en la población civil ucraniana un efecto contrario al deseado. Descartados los nombres de origen, se decidió denominar al equipo con el nombre de F.C. Start. Sí que se les permitió utilizar un uniforme compuesto por camiseta roja y pantalón blanco, los colores de la selección de fútbol de la URSS, quizás porque coincidían también con los colores del emblema nazi.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
El primer partido que jugó el F.C. Start fue contra una guarnición de soldados húngaros que servían a la causa nazi en Kiev. En un estadio repleto de ucranianos deseosos de ver ganar a sus compatriotas el partido y el orgullo, el equipo de la panadería derrotó a los magiares por 6-2. Un par de semanas después, el rival sería de nuevo un combinado de soldados, esta vez rumanos, que también hacían trabajo de vigilancia para los nazis. De nuevo el F.C. Start pasó por encima de su rival, en esta ocasión con un aplastante 11-0. El resultado sirvió como estímulo para la decaída población ucraniana, que empezó a ver a sus once héroes como el mejor exponente de la resistencia soviética a la barbarie nazi. Por el contrario, los mandos alemanes comenzaban a considerar que habían subestimado terriblemente a los desnutridos y mal vestidos futbolistas de Kiev, y que si seguían ganando partidos y aumentando la moral de la población civil sería necesario optar por medidas más drásticas.<br />
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El 12 de Julio de 1942 se programó el tercero de los partidos, contra el equipo de los colaboracionistas ucranianos. Como en toda invasión bélica, siempre existe un grupo de habitantes, mayor o menor, que por unos intereses u otros, o en ocasiones por temor a ser ejecutados o hechos prisioneros, se unen al bando agresor, y pelean en la contienda contra sus propios compatriotas. Son los llamados colaboracionistas. Uno de ellos era Georgi Shvetsov, ex futbolista, a quien los nazis pusieron al cargo de aquel torneo. Shvetsov fue el encargado, además, de reclutar un grupo de jugadores, trabajadores del ferrocarril militar, que representaría a los colaboracionistas ucranianos. Quizás por ello, los jugadores del F.C. Start tenían especiales ganas de derrotar a su rival en este partido, el Rukh. Las gradas del estadio estaban más divididas que nunca, con la población civil a favor del F.C. Start por un lado, y la población colaboracionista, reforzada con la presencia de soldados nazis, por otro. El estímulo de derrotar a los traidores fue suficiente para que el Start barriese a su oponente con un rotundo 9-1 que colmó de alegría de nuevo a la parte “resistente” de la grada. Aquello se les empezaba a escapar de las manos a los nazis, que veían como un partido tras otro los futbolistas del F.C. Start masacraban a sus rivales, dejándoles en evidencia. </div>El cuarto partido iba a jugarse contra el PGS, un equipo compuesto por soldados alemanes. Los nazis creyeron que la raza aria, superior según ellos a todas las demás, se impondría a aquellos famélicos jugadores que, conforme pasaban las semanas, perdían cada vez con más facilidad la escasa masa muscular que aún conservaban. Aun así, y para evitar dolorosos imprevistos, uno de los mandos nazi entró al vestuario del equipo ucraniano antes del partido, e invitó a los jugadores del Start a que no hiciesen demasiados esfuerzos por intentar ganar el partido, “si quieren seguir vivos”. Estos, impasibles, esperaron a que saliese del vestuario sin decir ni palabra, lo que aún dejó al nazi más preocupado que antes de su visita. Por primera vez, los jugadores habían sido amenazados por los alemanes, y esto debió de hacerles pensar que los futbolistas del ejército nazi no tendrían que estar muy convencidos de sus capacidades, si habían necesitado de la fuerza de la intimidación para salir al terreno de juego. Los jugadores ucranianos no dieron opción a su oponente, al que despacharon con un contundente 6-0. Al término del partido, el mando nazi volvió a entrar en el vestuario del Start, para decir a sus inquilinos que “esto no terminará bien para ustedes”.<br />
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Los nazis, fuera de sí, no sabían qué hacer ya para terminar con la insolencia de los ucranianos. Sopesaron seriamente la posibilidad de ejecutar a los jugadores, pero antes debían humillarles en el terreno de juego, para que sus victorias no fuesen imperecederas en el tiempo. La paradoja era que, mientras continuasen ganando, seguirían viviendo. Una derrota les haría perder el honor, y su vida.<br />
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2vVs05uI/AAAAAAAABfg/-99cKJ1XMa8/s1600/pm4.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" n4="true" src="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2vVs05uI/AAAAAAAABfg/-99cKJ1XMa8/s400/pm4.jpg" width="281" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Cartel del partido F.C. Start - Flakelf</td></tr>
</tbody></table>Para el quinto partido, el rival del Start sería el MSG de Hungría, un equipo profesional, que los nazis harían llegar a Kiev con el único propósito de derrotar al victorioso equipo ucraniano que amenazaba ya con convertirse en ariete de una revuelta popular contra los invasores. Los húngaros fueron un rival más digno para el F.C. Start, pero igualmente, como el resto de los equipos que habían desfilado antes, fueron derrotados, esta vez por 5-1. Fue el 19 de Julio de 1942, y los mandos nazis decidieron que aquello ya era suficiente. Concretaron la revancha para dos días después, y dieron a los ucranianos órdenes expresas de perder el partido, pues si no era así se enfrentarían inmediatamente después a un pelotón de fusilamiento. Para entonces, los futbolistas del Start se habían empapado hasta los huesos del increíble clima de euforia que vivía la ciudad con sus victorias. Las amenazas nazis no eran comparables al cariño y el reconocimiento de sus compatriotas, y no estaban dispuestos a traicionar a su pueblo. Si los húngaros querían derrotarles, tendrían que ser mejores sobre el campo. El partido de revancha terminó con 3-2 favorable al F.C. Start, y sus jugadores se prepararon para el fatal desenlace prometido por los nazis. Sin embargo, la amenaza no fue cumplida. Los alemanes seguían convencidos de que fusilar a los futbolistas después de su impecable racha de victorias no haría sino acrecentar la leyenda del pueblo soviético.<br />
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El partido definitivo, el que pasó a la eternidad como el “Partido de la muerte”, tuvo lugar el 9 de Agosto de 1942. Para la ocasión, los nazis hicieron llegar a Kiev al poderoso equipo de su ejército, el Flakef, que desembarcó en la ciudad ucraniana expresamente para jugar el partido, a bordo de un avión de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. Para entonces, los jugadores del Start eran una visión horrible de mirar, víctima de la inanición a la que estaban sometidos. Costaba creer que aquellos desharrapados futbolistas hubiesen llegado a mantener durante más de un mes semejante acto de insolencia. Un mando nazi les había visitado en la panadería en la que seguían trabajando y entrenándose en su patio interior, con la amenaza definitiva. Esta vez no habría perdón si ganaban al Flakelf. El partido terminaría convirtiéndose en la mayor de las humillaciones que los nazis encajaron sobre un campo de fútbol.<br />
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Miles de soldados nazis ocupaban las gradas, en contraste con los escasos seguidores ucranianos a los que para esta ocasión se permitió la entrada al campo. Su misión esta vez consistía en insultar a los jugadores ucranianos desde el mismo momento en que pisasen el terreno de juego, y lanzarles todo tipo de objetos para intimidarles. El campo fue rodeado por decenas de soldados, armados con metralletas y perros de ataque. Y para completar el escenario intimidatorio jamás imaginado, el árbitro del partido sería un oficial de las SS, quien había ordenado a los jugadores ucranianos que saludasen a sus oponentes al estilo nazi, con el brazo derecho en alto y la palma de la mano extendida. Aquellos no obedecieron, y el desaire irritó sobremanera a los nazis, que abuchearon e insultaron a los futbolistas del Start hasta el borde de lo inhumano.<br />
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2594JrJI/AAAAAAAABfs/z48IZ7Hx24E/s1600/pm2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" n4="true" src="http://1.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2594JrJI/AAAAAAAABfs/z48IZ7Hx24E/s1600/pm2.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Tyutchev y Goncharenko, en 1989</td></tr>
</tbody></table>Comenzó el duelo, y pronto se destaparon las intenciones de los alemanes, y del oficial que hacía las veces de juez de la contienda. Los jugadores del Flakelf cosieron a patadas a los ucranianos, ante la pasividad del improvisado árbitro, que miraba para otro lado cada vez que escuchaba los alaridos de dolor de los jugadores del Start. En uno de esos lances, el portero Trusevich resultó alcanzado por la patada de un jugador alemán, dejándolo aturdido sobre el suelo. El Flakelf aprovechó la ventaja para ponerse 1-0 en el marcador. Por fin los ucranianos parecían mostrar signos de debilidad, y la venganza podía consumarse al término del partido. Pero ya habían demostrado su dignidad y su fortaleza interior en muchas ocasiones, y en esta última no estaban dispuestos a sucumbir ante los alemanes.<br />
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Haciendo caso omiso de la existencia del árbitro, que seguía permitiendo la brutal violencia del equipo alemán, los ucranianos se fueron rehaciendo, y consiguieron empatar el partido. Al término del primer tiempo, el marcador reflejaba la ventaja por 2-1 del Start. En el segundo tiempo, el partido siguió muy igualado, gracias a las tretas de los alemanes, y a la permisibilidad del árbitro. Con dos goles más para cada equipo, el Start consiguió hacer el 5-3 a falta de media hora para el final del partido. Los mandos nazis rebullían en sus asientos, y no daban crédito a lo que estaban viendo. La humillación suprema llegó cuando Alexei Klimenko, después de regatear a varios contrarios, se plantó ante el portero alemán, al que también dribló. Con la portería vacía, esperando ya el sexto gol del Start, Klimenko se paró, dio media vuelta, y mandó el balón al medio campo, perdonando el tanto a su vilipendiado rival. Fue la última jugada, porque el árbitro, ante tamaño descaro del jugador soviético, decidió poner punto final al partido.<br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
</div><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2279mmAI/AAAAAAAABfo/cUWHLOKj8mw/s1600/pm1.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="200" n4="true" src="http://2.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/TRj2279mmAI/AAAAAAAABfo/cUWHLOKj8mw/s200/pm1.jpg" width="179" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Monumento a los héroes</td></tr>
</tbody></table><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Los nazis, una vez más, no cumplieron sus amenazas de muerte sobre el terreno de juego, pero los jugadores del F.C. Start estaban ya sentenciados. Aún se les permitió jugar, unos días después, un último partido contra el Rukh, el equipo de los colaboracionistas ucranianos, al que de nuevo humillaron con un denigrante 8-0. Después de ese partido, los nazis fueron a la panadería con órdenes de arresto para los jugadores. El primero en morir sería Nikolai Korotkykh, a quien los nazis acusaron de pertenecer a la NKVD, un órgano gubernamental soviético. Murió en una de las terribles sesiones de tortura a las que fue sometido. El resto de jugadores fueron enviados a los campos de concentración de Syrets. Unos meses después de aquellos memorables partidos, en Febrero de 1943, tres jugadores fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento. Ivan Kuzmenko, Alexei Klimenko, y el portero Nikolai Trusevich, el hombre que fue el inicio de todo por su encuentro casual con Iosif Kordik en las calles de Kiev. Los demás, continuaron en los campos de concentración, hasta que el ejército rojo derrotó a los nazis y liberó a sus compatriotas.<br />
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Sin duda, una de las historias más impactantes del fútbol mundial, en la que los hombres del F.C. Start consiguieron derrotar a los nazis de la manera más pacífica que pueda imaginarse, sin armas y con una pelota sobre un campo de fútbol. Un monumento cerca del campo del Dinamo quedó como testigo indeleble de aquella gesta, que hoy en día, a pesar de las diferentes versiones y las contradicciones, sigue siendo un referente de la moral y la dignidad del pueblo ucraniano.</div>Pedro J. Díazhttp://www.blogger.com/profile/15680286092393473489noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5230290199001852422.post-2324677860019533912009-01-08T11:32:00.000-08:002009-01-08T12:53:49.249-08:00¿EL MEJOR GOL DE LA HISTORIA?<a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1UvKR_-JI/AAAAAAAAADY/UdULwTEnyUI/s1600-h/maradonashilton.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5007251529896294546" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1UvKR_-JI/AAAAAAAAADY/UdULwTEnyUI/s320/maradonashilton.jpg" border="0" /></a> <b><span style="font-family:times new roman;color:black;">ARGENTINA – INGLATERRA 2-1</span></b> <p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><b><span style="font-family:times new roman;color:black;">22 de Junio de 1986</span></b></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><b><span style="font-family:times new roman;color:black;">Estadio Azteca, México DF</span></b></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><b><span style="font-family:times new roman;">Cuartos Final del Mundial México 1986</span></b></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="font-family:Times New Roman;"></span></strong><br /></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;"><b><span style="color:black;"></span></b><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:times new roman;color:black;">Era el minuto 55 de partido, y hacía sólo cuatro que Maradona había marcado el mítico gol de la “mano de Dios”. Diego recibió un pase de Burruchaga en su propio campo, pegado a la banda derecha. Maradona controló entre dos ingleses, pisó la pelota y giró. En la primera arrancada, con dos toques de balón, dejó tirados a Peter Beardsley y Samson, que le rodeaban. En su carrera directa al área británica aún se fue de otros tres rivales, Peter Reid, Glenn Hoddle y Terry Butcher, quien le flanqueó hasta el final de su recorrido sin poder arrebatarle el balón. Cuando entró en el área aún tenía por delante al gigantón Peter Shilton, y por detrás venían pisándole los talones dos defensas. Pero Diego, con la sangre fría que demostró durante todo el Mundial, sentó de un toque al meta inglés en su salida (imagen) y extenuado, casi sin más campo para correr, metió el pie justo a tiempo para colocar el 2-0 que casi ponía a Argentina en semifinales. Fue el punto cumbre de la legendaria carrera deportiva de Maradona, que conquistó a todos los aficionados al fútbol con este gol, un gol que ya había intentado cinco años antes en un amistoso, también contra Inglaterra, pero en aquella ocasión no dribló al portero, y acabó la jugada con un disparo que detuvo el meta inglés. Su hermano, "El Turco", le dijo que debía haber regateado y acabado a puerta vacía aquel día, y el 22 de Junio de 1986 Diego lo tuvo en cuenta. Desde que recibió el pase de Burruchaga en su propio campo, su idea no fue otra que reinventar aquella vieja jugada y dibujarla como le había aconsejado su hermano. Por eso, cuando vio el balón dentro de la portería inglesa, quiso irse sólo a celebrarlo al corner y dedicárselo al él. El gol fue legendario, hubo reacciones desde todos los rincones futboleros del planeta, y compañeros y rivales de Diego se rindieron a la evidencia de su magia y aclamaron la jugada como la más inverosímil jamás vista. Después del partido, ya en los vestuarios, Maradona bromeaba con Burruchaga “Vaya pelota me metiste, Burru, fue medio gol”, y con Jorge Valdano, quien le dijo “Gordo, te esperaba libre en el segundo palo, ¿por que no me pasaste la pelota?”, a lo que Diego le contestó en tono bromista “Te vi, lo pensé, pero no te la pasé porque estabas tan sólo que la hubieses pateado afuera”. Genio y figura, Diego Maradona nos dejó un recuerdo imborrable con este gol.</span><o:p></o:p></p><div><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/T-qiJEnm_0Q&hl=es&fs=1"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/T-qiJEnm_0Q&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object><br /><br />Víctor Hugo Morales tuvo el acierto de narrar así el gol a Inglaterra que certificó que Maradona, más que un futbolista de otro mundo, era un extra terrestre del fútbol. Por una vez, un gol lo tuvo todo. El Gráfico lo describió como “un pique corto, un gambeteo, una carrera con aceleración a full y enganche a la derecha”. La jugada, para medio mundo la más plástica desde que el fútbol existe, duró sólo 10 segundos y 89 centésimas. Para un velocista de <?xml:namespace prefix = st1 /><st1:metricconverter productid="100 metros" st="on">100 metros</st1:metricconverter>, que ni conduce un balón ni tiene que regatear, la marca sería vulgar. Pero para Diego, con la culminación del golazo, fue el momento más importante de su vida. Y para muchos otros también. El gol fue tan supremo, tan descomunal, que Víctor Hugo Morales, el periodista uruguayo que narraba el partido para una radio argentina, no pudo contener las lágrimas. El tanto a Inglaterra en el Mundial de México-86 suponía el 2-0 en el Estadio Azteca de México DF. Era contra Inglaterra, la vieja y reciente enemiga por la cercanía de Las Malvinas. Y tuvo lugar en el Mundial que Maradona se juró ganar por encima de lo que fuera, incluso metiendo goles con la “mano de Dios". Por supuesto, su deseo se convirtió en realidad.</span><o:p></o:p> </div><p></p><div><br /><br /></div><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Times New Roman;"><o:p></o:p></span></p><div><br /><br /></div><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p>Pedro J. Díazhttp://www.blogger.com/profile/15680286092393473489noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5230290199001852422.post-44314544505331435232009-01-08T11:09:00.000-08:002009-01-08T11:10:02.022-08:00BRASIL - URUGUAY EN 1950. EL MARACANAZO<a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2YrJYHfKI/AAAAAAAAAXQ/1bc4CUiYTD4/s1600-h/maracana.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011829827352100002" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2YrJYHfKI/AAAAAAAAAXQ/1bc4CUiYTD4/s400/maracana.jpg" border="0" /></a>Brasil se había plantado en el partido decisivo de “su” Mundial casi sin despeinarse. Uruguay, que sólo había jugado tres partidos antes de enfrentarse a Brasil, parecía la víctima de una nueva goleada de los brasileños. El Mundial se disputó mediante dos liguillas, sin eliminatorias directas ni partido final. En aquella época, además, hay que recordar que la victoria se premiaba con dos puntos, por lo que la competición resultó muy igualada hasta el final. En la primera fase, los treces países participantes se dividieron en cuatro grupos, los dos primeros de cuatro equipos cada uno, el tercero de tres selecciones, y el cuarto sólo compuesto por Uruguay y Bolivia.<br />Brasil se había medido a México, Suiza y Yugoslavia en la liguilla inicial. A los aztecas les derrotó por un contundente 4-0 en el partido inaugural del torneo, el día 24 de Junio en Maracaná. Los suizos resultaron más complicados de lo esperado, y el partido, jugado en el Pacaembú de Sao Paulo, se saldó con un empate a dos. De vuelta en Maracaná, Brasil se deshizo con un 2-0 de Yugoslavia, que llegaba como líder del grupo con dos victorias por 3-0 y 4-1 a Suiza y México, respectivamente. Los goles de Ademir y Zizinho pusieron a Brasil con cinco puntos, superando los cuatro de los balcánicos, y clasificando a los sudamericanos para la fase final.<br />El camino de Uruguay fue mucho más simple. Su grupo lo completaba Bolivia, por lo que el vencedor del único partido sería el clasificado <a href="http://1.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2YYpYHfJI/AAAAAAAAAXI/Ejq7gZstWAw/s1600-h/uruguay1950.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011829509524520082" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2YYpYHfJI/AAAAAAAAAXI/Ejq7gZstWAw/s320/uruguay1950.jpg" border="0" /></a>para la liguilla definitiva. Uruguay, Campeón del Mundo veinte años antes en su propio país, todavía seguía siendo una potencia, y pasó por encima de los bolivianos con un inapelable 8-0.<br />Los clasificados de los otros dos grupos eran España, que llegaba invicta e imbatida al grupo final tras derrotar a EE.UU., Chile e Inglaterra por 3-0, 2-0 y 1-0 respectivamente, y que a la postre completaría su mejor clasificación en un Mundial, consiguiendo el cuarto puesto, y Suecia, que se había impuesto a Italia por 3-2, y había empatado con Paraguay a dos goles. Por tanto, Brasil, España, Suecia y Uruguay iban a disputarse en una liguilla el cetro mundial del fútbol.<br /><div>En la primera jornada, Brasil arrasó a Suecia por 7-1, con cuatro goles de Ademir. Uruguay y España empataban a dos goles, en un partido que la selección española estuvo a punto de ganar. El “Negro” Varela, uno de los hombres más carismáticos de aquel Uruguay, lo impidió a falta de diez minutos. Brasil había tomado ventaja, y en la segunda jornada se enfrentaría a España. Uruguay sufrió para derrotar a Suecia, que se había adelantado por dos veces en el marcador. Finalmente, Míguez empató a dos a falta de doce minutos, y el mismo jugador charrúa conseguía el 3-2 en el minuto ochenta y cinco. En el otro partido, España cayó por primera vez en todo el torneo, y lo hizo de forma estrepitosa, frente a un equipo brasileño que no tuvo piedad. 6-1. El resultado fue un duro varapalo para los hombres entrenados por Guillermo Eizaguirre, que en el tercer partido cayeron de nuevo, esta vez ante Suecia, por 3-1, con lo que se quedaba irremediablemente abocado a la cuarta posición. Los nórdicos, con tres puntos, conseguían la tercera plaza, pero ya no podrían alcanzar a Uruguay, que aunque tenía los mismos puntos les había derrotado en su enfrentamiento, ni por supuesto a Brasil, que tenía 4 puntos. Cariocas y charrúas se jugaban la Copa Jules Rimet en el partido soñado por todos los brasileños. </div><br /><p align="center"><embed src="http://www.youtube.com/v/VMplz3BriAA" width="425" height="350" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent"></embed></p><div>Lo curioso del caso es que un empate hubiese dado el triunfo final a Brasil. Quizás hubiese sido lo más anecdótico, que el Campeón lo hubiese sido sin ganar el partido final. Pero el sistema de competición así lo establecía, y sólo la derrota, impensable por nadie en todo Brasil, privaría al equipo local de llevarse el trofeo.<br />El país era una fiesta, hubo gente que empeñó sus valores por estar ese 16 de Julio de 1950 en Maracaná. La hinchada brasileña veía a su selección por fin campeona del mundo, después de tres Mundiales en los que no habían tenido un buen papel. Habían llegado al partido final en inmejorables condiciones, invictos, y consiguiendo en los dos últimos partidos sendas goleadas ante Suecia y España. Todo el mundo estaba convencido del triunfo carioca, lo contrario era impensable incluso para los propios dirigentes de la Asociación Uruguaya, que en los minutos previos al partido, dentro del vestuario, le dijeron a sus jugadores que venían a brindarles todo su apoyo y que estaban orgullosos de ellos, pero que no se expusieran a una vergüenza como que los llenaran de goles. Con que sólo les hiciesen cuatro estaba bien, que jugaran tranquilos, que ya habían cumplido. A lo que el capitán, Obdulio Varela, contestó: "Cumplido... sólo si somos campeones". Y ese fue el verdadero secreto del equipo uruguayo, que no se dejó intimidar por la avalancha humana que abarrotó aquella tarde Maracaná, segura de que saldría al final campeona del mundo.<br />Según se cuenta, en Brasil se habían preparado todo tipo de celebraciones para festejar el título. Se habían confeccionado posters y otros artículos conmemorativos, e <a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2WIJYHfHI/AAAAAAAAAWg/9F1PpPF76mE/s1600-h/posterbrasil.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011827027033422962" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2WIJYHfHI/AAAAAAAAAWg/9F1PpPF76mE/s320/posterbrasil.jpg" border="0" /></a>incluso se ha llegado a decir que los jugadores brasileños llevaban bajo su camiseta otra con la inscripción “Campeones del Mundo”. Nunca se sabrá si esto es verdad, porque ninguno de ellos enseñó lo que había bajo su camiseta.<br />El partido iba a dar comienzo a las 15:30 horas, y para las nueve de la mañana las inmediaciones de Maracaná eran ya un hervidero de impacientes hinchas a la espera del comienzo de lo que ellos consideraban el día más glorioso de Brasil. Incluso había mucha gente que había pernoctado en los alrededores del estadio. Oficialmente, fueron 199.854 entradas vendidas, aunque se reconoce que aquel día entraron en Maracaná cerca de 220.000 personas. Antes del partido, la torcida quemaba fuegos artificiales, y Rio de Janeiro era una fiesta descomunal. Todo estaba preparado, sólo quedaba esperar al pitido final del inglés George Reader para celebrar el campeonato.<br />La primera parte concluyó con empate a cero, resultado que le servía a Brasil. La fiesta no había decaído pese a que el equipo local aún no había conseguido adelantarse en el marcador. Lejos de decaer, Maracaná estalló cuando, a los dos minutos de la reanudación, Friaca conseguía el 1-0. Ahora sí, la Copa Jules Rimet estaba más cerca que nunca. El capitán uruguayo, el “Negro” Varela, trató entonces de enfriar la caldera que en aquel momento era el estadio. Cogió el balón en sus manos, y se dirigió al árbitro para protestarle por el gol. Varela, como años después reconoció, sólo intentaba una maniobra de despiste. Sabía perfectamente que el gol había sido legal, pero tenía que frenar el ímpetu de los brasileños, que habían salido tras el descanso de forma avasalladora, y sobre todo intentar enfriar a la ruidosa grada de Maracaná. Varela consiguió demorar la reanudación del partido dos minutos, suficiente para que los jugadores brasileños se desesperasen preguntando qué era lo que sucedía. Con ingenio, había conseguido trasladar el nerviosismo al bando rival.<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2V9ZYHfFI/AAAAAAAAAWQ/ZT3lohjDRkw/s1600-h/golschiaffino.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011826842349829202" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2V9ZYHfFI/AAAAAAAAAWQ/ZT3lohjDRkw/s400/golschiaffino.bmp" border="0" /></a>Habían pasado veinte minutos del gol carioca cuando apareció la figura del partido, Alcides Gigghia. El hombre que ya en su vejez declaró que era, "junto a Frank Sinatra y el Papa, la única persona en el mundo que había sido capaz de silenciar Maracaná" fue quien, después de driblar a Bigode y penetrar hasta la línea de fondo, largó un centro a Schiaffino para que consiguiese el empate con una bonita volea a media vuelta. Maracaná enmudeció, pero el resultado seguía siendo favorable a los intereses de Brasil. Tanto, que Jules Rimet, Presidente de la FIFA, bajó a los vestuarios para preparar su discurso y la entrega del trofeo al equipo anfitrión. Lo que Jules Rimet no imaginaba era lo que sucedería a once minutos del final del partido. De nuevo los mismos protagonistas, Gigghia frente a Bigode, y de nuevo el charrúa dejando atrás al defensa brasileño. Esta vez no se escoró tanto como para tener que buscar el centro, sino que en su fugaz carrera fue buscando la portería de Barbosa hasta adentrarse en el área. Desde allí, con un violento zapatazo raso, ajustado a la base del poste izquierdo de Barbosa, consiguió el que sería el gol definitivo del Maracanazo. El meta brasileño no llegó al ajustado disparo de Gigghia, el balón se coló por el primer poste, y Barbosa tuvo que aguantar hasta el día de su muerte la responsabilidad de haber encajado aquel gol. La Historia nunca fue justa con el portero de Brasil, que durante décadas fue recordado como el culpable de aquella derrota.<br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2WCJYHfGI/AAAAAAAAAWY/qlp0x0zi0Yo/s1600-h/golgigghia.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011826923954207842" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2WCJYHfGI/AAAAAAAAAWY/qlp0x0zi0Yo/s400/golgigghia.jpg" border="0" /></a>Brasil, con toda su artillería sobre el campo, intentó hasta el final conseguir al menos un empate que le permitiese hacer realidad los sueños de aquellas 220.000 personas. Pero la tragedia se consumó, y Uruguay, contra todo pronóstico, conseguía una victoria que le convertía en Campeón del Mundo por segunda vez en su Historia. Obdulio Varela confesaría después que “si jugamos este partido cien veces, lo perdemos cien veces”. Lo que ocurrió aquel día fue, a la vez que imprevisto, también inexplicable.<br />Maracaná enmudeció, la gente abandonó las gradas, unos en silencio y otros con llanto. Las celebraciones previstas quedaron suspendidas para siempre, y la derrota tomó tal cariz dramático que incluso hubo hinchas que se suicidaron después del partido. Abajo, en el campo, cuentan que podían escucharse los gritos de alegría de la expedición uruguaya, en contraste con el sepulcral silencio de Maracaná. Los charrúas, sabedores de la trascendencia de la derrota para el rival, evitaron los excesos de efusividad, e incluso no llegaron siquiera a dar la vuelta olímpica. La ceremonia de entrega del trofeo, con las gradas ya semivacías y los brasileños llorando su derrota en el vestuario, se redujo simplemente a eso, una entrega de la estatuilla, casi a escondidas, que Jules Rimet le hizo a Obdulio Varela. <a href="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2W8JYHfII/AAAAAAAAAWo/AN-e1240zFE/s1600-h/varelarimet.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5011827920386620546" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RY2W8JYHfII/AAAAAAAAAWo/AN-e1240zFE/s320/varelarimet.jpg" border="0" /></a><br />El 16 de Julio de 1950 se convirtió en una fecha maldita para Brasil. El Maracanazo ha sido, desde entonces, sinónimo de tragedia y desastre. La Confederación Brasileña de Fútbol decidió, a partir de aquella fecha, que la equipación oficial de la selección cambiase de colores. Se abandonó definitivamente el color blanco con el que vistió Brasil hasta 1950, y se adoptaron los colores amarillo y verde que fueron el origen de la “Canarinha”. Los brasileños estuvieron dos años sin jugar un solo partido. Tras reponerse del desastre, con el paso de los años, Brasil se convirtió en la mejor selección de todos los tiempos, habiendo conseguido a día de hoy cinco campeonatos Mundiales.<br />Sin embargo, para Uruguay el Maracanazo significó su segundo cetro mundial, y su punto más álgido. Curiosamente, y opuestamente a su rival aquel día, comenzó un camino descendente que le haría dejar de ser una de las potencias del fútbol mundial. </div>Pedro J. Díazhttp://www.blogger.com/profile/15680286092393473489noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5230290199001852422.post-7092022184052565152009-01-08T11:08:00.000-08:002009-01-08T11:09:13.806-08:00ESPAÑA 12 - MALTA 1. EL PARTIDO MÁS INOLVIDABLE<a href="http://2.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1WE6R_-PI/AAAAAAAAAEQ/r7uTXOLpYSc/s1600-h/21-12-1983.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5007253003070077170" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1WE6R_-PI/AAAAAAAAAEQ/r7uTXOLpYSc/s320/21-12-1983.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:times new roman;"><strong>QUE NOCHE LA DE AQUEL AÑO</strong><br />España llegó al partido con Holanda en cabeza de grupo, pero con los mismos puntos y un coeficiente de goles en contra que la obligaba a ganar por 11 goles de diferencia, algo que no cabía esperarse ni en un partido de colegio, pero las cuentas salieron tras un partido agónico que nació incluso con sorpresa. En el minuto dos, penalti a favor de España que Señor manda al palo. A perro flaco... Los de Miguel Muñoz, que salieron en tromba, no lograron marcar hasta el minuto 15, con un gran cabezazo de Santillana. Quedaba mucho camino, pero por si la dificultad era poca, llegó el empate en el minuto 24. Quedaban 66 minutos para marcar sólo 11 goles. Hasta el descanso dos dianas más del ariete madridista para la esperanza: 3-1 con Santillana volando como nunca con la cabeza como principal arma. El Villamarín se disponía a vivir un hecho insólito. Quedaban 9 goles para poner a España en la fase final de la Eurocopa de Francia y hacía falta algo más que el festivo ambiente de la grada. La segunda parte empezó con un gol tempranero de Rincón (4-1), uno de esos jugadores que representaron la famosa furia española, además delantero del Betis, por lo que sus goles tuvieron aquella noche un sabor, si cabe, más dulce. El mismo Poli aprovechó once minutos más tarde una cantada de la zaga maltesa y logró el 5-1. A seis tantos del objetivo. En el minuto 62 otro bético, Gordillo, hizo una de las suyas por la banda, centró y Maceda colocó la media docena en el marcador. El sportinguista volvió a hacer diana un minuto más tarde (7-1). El octavo también llevó la rúbrica de Rincón. En el minuto 66, otra vez Santillana, a pase de Gordillo. Era el 9-1. Enseguida, en el 77, el número mágico se instalaba en lo alto del estadio: 10-1 y otra vez Rincón. La duda se iba despejando, pero quedaban dos. A diez minutos del final llegó el turno de Sarabia, 11-1. ¡Y quedaban 10 minutos! En el 84 se hizo el milagro, firmado por Señor. 12-1 y la grada gritando, ya ronca, "Sí, sí, sí, nos vamos a París". Qué noche aquélla.<br /></span><br /><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><span style="font-family:times new roman;"><strong>SEVILLA TUVO QUE SER</strong> <a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1VRaR_-LI/AAAAAAAAADw/N7bEmDzesYM/s1600-h/fichaespanamalta.JPG"></a><br /></span><span style="font-family:times new roman;"><br /><embed src="http://www.youtube.com/v/yN2Gy1kjOKE" width="425" height="350" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent"></embed><br /></span></div><div><span style="font-family:times new roman;">Sonó el teléfono en el vestuario del Villamarín: "Miguel, enhorabuena y gracias porque el país estaba necesitado de una alegría como ésta". Así le agradecía Felipe González al seleccionador nacional el memorable 12-1 infligido a Malta en el campo del Betis con el que se lograba el pasaporte para la Eurocopa a celebrar en Francia el verano siguiente. Llovía en todos los sentidos en aquellos coletazos de un año que se había llevado por delante a Rumasa, que había sido el de la aparición del compact disc y en el que el Athletic Club paseaba la Liga por la Ría. Fue también el año de la boda en el Gran Poder del torero Paquirri con Isabel Pantoja o el del divorcio de los Duques de Cádiz. Ese 1983 murieron el boxeador Jack Dempsey, el payaso español Charlie Rivel, el actor británico David Niven o ese aragonés universal que fue Luis Buñuel. Era un año que se hizo especialmente astifino en ese diciembre que anunciaba el España-Malta en el estadio Benito Villamarín, que así era como se llamaba el campo de un Betis presidido por Gerardo Martínez Retamero y entrenado por Pepe Alzate. En la otra parte de la ciudad estaba Eugenio Montes Cabeza en los últimos meses de su presidencia y entrenaba al Sevilla el carismático y eficiente Manolo Cardo. Ese diciembre lluvioso hasta la exasperación se enlutó con varios sucesos tremendos en Madrid. En dos accidentes en Barajas fallecieron casi trescientas personas, mientras que todo el país se conmovía el sábado 17 con el incendio de Alcalá 20, una discoteca que se convirtió en ratonera para 78 veinteañeros. Por lo tanto, la cita futbolística en Heliópolis, a la par que como misión casi imposible, se anunciaba en medio de un ambiente de tristeza generalizada. Llovía de forma inmisericorde y eso contribuía a entristecer más lo que rodeaba a ese tremendo compromiso. El pesimismo iba en aumento, pero un hombre se mantenía al margen de esa corriente: el seleccionador nacional, Miguel Muñoz. España tenía que derrotar a Malta por once goles de diferencia para ganarle a Holanda el average. El sábado 17 Malta recibe a Holanda en terreno neutral, en Aquisgrán, y los holandeses golean con un 0-6 que obliga a España a una diferencia de once goles. Vicente Miera, segundo de Muñoz, ha espiado a los malteses y llega a la concentración de Oromana con la sensación de que se le pueden hacer once goles a Malta. Coinciden estos informes con la lesión de Ricardo Gallego, lo que obliga a Muñoz a convocar al barcelonista Víctor, a la postre titular y elemento determinante en la proeza. A medida que el partido se acercaba crecía el optimismo de Muñoz: "Once goles casi no da tiempo en fútbol, pero una cosa es segura, la de que sólo se llega a esa cifra si es obligado hacerlo; si no, se levanta el pie del acelerador". A la hora de la verdad hizo falta un gol más por culpa de aquel churro que De Giorgio le hizo a Buyo. Hicieron falta doce en el portal del atribulado Bonello y cayó la docena para que el recordado e irrepetible Miguel Muñoz la resumiese en un "Sevilla tuvo que ser" que le musitaba al oído a todo el que le abrazaba. Veinte años ya y la verdad es que entonces, en aquel tenebroso 1983 necesitaba España una alegría como esa.<br /></div></span><br /><div><span style="font-family:times new roman;"><strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RXpTdKR_9_I/AAAAAAAAABU/YhpJj67s650/s1600-h/munoz.gif"></a>ASÍ LO RECUERDAN LOS PROTAGONISTAS<a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1ViaR_-MI/AAAAAAAAAD4/I72AtcvMvJI/s1600-h/munoz.gif"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5007252410364590274" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1ViaR_-MI/AAAAAAAAAD4/I72AtcvMvJI/s320/munoz.gif" border="0" /></a><br /></strong>- "Fue una piña de todos tirados en el suelo. Miguel Muñoz, que en paz descanse, también salió del banquillo, pero fue más en la ducha. Camacho y yo nos duchamos sentados porque nos pusimos a llorar y era algo lógico. Ahí teníamos que desatar toda la tensión acumulada". Así recuerda Rafael Gordillo, veinte años después, aquella mágica noche del 21 de diciembre de 1983 en el Benito Villamarín, 12-1 a Malta y clasificación sellada para la Eurocopa de Francia 84 por más señas.- Antes de esa explosión de júbilo al filo de las diez de la noche, muy pocos, prácticamente nadie, creían en la hazaña. Aunque de entre el habitualmente prudente mundillo futbolístico sobresalía la voz confiada, casi chulesca, de Hipólito Rincón. "Yo me lo creía desde el principio. La prueba es que hice muchas apuestas y la mayoría las gané, estaba convencido de que iba a pasar", asegura el ex delantero del Betis, al que sus compañeros apodaban Rincón Morales Morales por su fe ciega.- Aunque ahora, tal vez porque 20 años no son nada como reza el tango, Buyo recuerde que todos confiaban en la proeza: "Todos pensábamos que podíamos hacerlo. Si sales a un campo creyendo que no puedes hacerlo es malo para un profesional. Creíamos en nuestras posibilidades y ésa fue una buena labor del entrenador y de Vicente Miera".- Confianza, apoyo de la grada, efectividad máxima, la denominada furia española, ¿cuál fue la clave de la goleada maltesa? Para Santillana, un variado cóctel: "Un poco de todo. La mentalización de los futbolistas, el entrenador y toda la gente en los días de la concentración. Y una afición como la de Sevilla, que nos apoyó a muerte y, al final, ver su felicidad inmensa y la satisfacción de todo el mundo hizo que fuera un día épico en el fútbol español". - No obstante, para Maceda el público tuvo una gran cuota de responsabilidad. "Tengo grabado el descanso, fue espectacular. Con el 3-1 salimos con la cabeza baja. Pero todo el mundo se volcó como si faltara un solo gol, se me puso la carne de gallina. Si faltaba algo para dar el do de pecho, lo puso el público de Sevilla", afirma el central asturiano.- El autor del 12-1, Juan Señor, incide en la importancia de la afición sevillana: "Se inició ahí el jugador número 12. Esta afición demostró que España necesita un soplo de aliento para ser una selección muy poderosa. Muchas aficiones han tratado de emular a Sevilla, pero no sé si conseguirán esa pasión y entrega por los colores". Señor recuerda el gol número doce como el momento cumbre de su carrera. "Sólo recuerdo que me llegó el balón de un rechace y no dudé. Estaba fuera del área, y a veces he pensado ¿y si llega a ir fuera?. Bueno, si llega a ir fuera, estoy seguro de que cualquier otro compañero hubiese marcado otro gol, porque aquella noche estaba todo de cara". El bravo lateral recuerda también con gracia, que "Cuando ví el balón dentro me dio sólo por correr, correr y gritar sin dirección y sin sentido. Era tal la tensión acumulada, y tantas las ganas de liberarla, que si no llega a ser por el "Gordo" y Antonio (Maceda), que me tiraron al suelo como en un placaje de rugby, aún hoy estaría corriendo por las calles de Sevilla".- No obstante, también hubo un componente mágico, una serie de concatenaciones que obraron el milagro. "Se dio todo para que fuera así. En la segunda parte, cada ocasión fue gol. Coincidió todo y si se volviera a repetir una situación así sería algo imposible de hacer", rememora Camacho.- También Marcos Alonso entiende que aquel partido supone una raya en el agua y por eso está en la historia. "Fue una gesta impresionante porque hoy en día, e incluso antes, meterle doce goles a un equipo no lo hacías ni contra los juveniles. Y, después, incluso jugamos la final contra Francia en esa Eurocopa, es curioso". - Esta unión de casualidades provocó que se desconfiara de la limpieza del partido, como recuerda Víctor. "Cuando jugué fuera de España, en Italia, mis compañeros me comentaban ese partido y pensaban que estaba amañado, pero de ninguna manera, porque fallamos un penalti, ellos marcaron con un rebote en Maceda...".- Pese a que los veinte años transcurridos han borrado muchos recuerdos, ninguno de ellos podrá jamás olvidar aquella noche. "Fue histórico, todavía te emocionas cuando lo recuerdas, es algo imposible de hacer ahora. Es el mejor partido que he jugado porque era muy difícil conseguir eso", afirma Goikoetxea.- Esos noventa minutos fueron tan especiales que incluso el tiempo pareció pararse... "Cuando jugaba al fútbol me acordaba de todo, tenía una memoria futbolística especial, pero cuando terminó ese partido no sabía cómo se había desarrollado, sólo sabía que habíamos logrado el objetivo, hubo tal vorágine...", indica Sarabia.- Incluso, como comenta Carrasco, los jugadores de la selección llegaron a sentirse dioses: "El gol de Señor fue un acontecimiento que intuíamos que iba a llegar a partir del séptimo u octavo; si hubiéramos tenido que meter trece, los metemos. Todos hablamos posteriormente de la sensación que tuvimos de que el balón no podía ir en otra dirección distinta a la que nosotros queríamos".<br /></span></div><br /><div><span style="font-family:times new roman;"><strong>RINCON SE QUEDÓ CON EL BALÓN<br /></strong>En torno a un partido histórico como aquél circulan numerosas leyendas y una de ellas hace referencia al poseedor del balón con el que se jugó. Rincón no tiene dudas de su ubicación. "Está en mi casa, en una vitrina, rodeado de trofeos de mi carrera y es una gran herencia para mis hijos", asegura el ex bético. Otros no lo tienen tan claro, entre otras cosas porque se utilizaron hasta cuatro balones para no perder tiempo. </span></div><div><span style="font-family:times new roman;"><strong></strong></span></div><br /><div><span style="font-family:times new roman;"><strong>EN HOLANDA</strong> </span><span style="font-family:times new roman;"><strong>AUN CREEN QUE HUBO TONGO</strong><br />Desde que se supo que España debía ganar por once goles a Malta, Holanda temió un tongo que la dejara fuera de la Eurocopa. La Federación Holandesa pidió a la UEFA un delegado especial, desplazó a dos directivos a Sevilla y contrató a detectives. Para evitar suspicacias, se suspendieron el paseo en coche de caballos, la fiesta flamenca y la capea preparadas para los malteses.<br /></div></span><br /><div><span style="font-family:times new roman;"><strong><a href="http://1.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RXpTpaR_-AI/AAAAAAAAABc/glKKIF8-OzU/s1600-h/bonello.jpg"><strong></strong></a>EL PORTERO DE MALTA QUEDÓ MARCADO</strong></span></div><a href="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1VraR_-NI/AAAAAAAAAEA/m317yM-FihA/s1600-h/bonello.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5007252564983412946" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_D8PEHmZSNFc/RX1VraR_-NI/AAAAAAAAAEA/m317yM-FihA/s320/bonello.jpg" border="0" /></a> <div><span style="font-family:times new roman;">La vida también ha cambiado mucho en casi 25 años para los jugadores de Malta que cayeron goleados en aquella noche mágica en el Villamarín. Muchos de ellos han encontrado un hueco en la federación de su país después de finalizar su carrera deportiva pero ¿qué fue de aquel portero que recibió los 12 tantos? Pues bien, John Bonello es actualmente el encargado de formar a los porteros de las diferentes selecciones de Malta y no tiene, especialmente, un buen recuerdo de lo que ocurrió aquel 21 de diciembre de 1983. Había asegurado antes del partido que era casi imposible que le marcasen 11 goles, pero que si los recibía, se retiraría. Al final no lo hizo. Sin embargo, el España - Malta le dejó secuelas irreversibles."Fue una mala experiencia, simplemente fue una mala experiencia". Así de escueto y evasivo se muestra Bonello cuando se le recuerda lo ocurrido en el estadio heliopolitano. "Nunca hubiera creído que me marcarían once goles, ni doce, eso es impensable", afirma el ex guardameta maltés, que tuvo el peor de los protagonismos en esta historia feliz para la selección española. "Pero, ¿hace ya 23 años de eso? No lo sabía", insiste Bonello justo después de dirigir una sesión de entrenamiento con los futuros porteros de la selección de Malta, ya que él se encarga de todos los guardametas de la Federación de su país desde que cumplen once años. No tiene claro si fue el peor de los partidos de su vida-"por supuesto que fue uno de los que peor recuerdo guardo, no está entre los mejores, eso está claro"- y tampoco tiene respuesta para los motivos de aquella espectacular goleada: "No creía que los españoles pudieran marcarnos tantos goles, pero fueron muchas circunstancias, algunas de fuera del campo, y no pudimos con ellos y nos golearon".En principio asegura que no tiene recuerdos concretos de aquel partido - "si no me acuerdo de lo que hice ayer, no voy a recordar con claridad lo que pasó hace 20 años"-, pero poco a poco va refrescando la memoria y sí guarda una especie de resentimiento hacia los que fueron sus rivales. "No me dijeron nada después del partido, tampoco éramos amigos ni lo somos, pero lo que sí tengo claro es que el árbitro fue muy negativo con nosotros. Ellos necesitaron de la ayuda del árbitro para ganarnos así ese partido, porque España tenía que clasificarse, y el impulso arbitral fue fundamental para que lograran su objetivo", afirma con rotundidad Bonello. Pero el árbitro no fue lo único que influyó en ese encuentro para el desgraciado defensor de la portería maltesa en aquella noche de diciembre, sino que muchos factores externos también actuaron para que la selección isleña no pudiera frenar a los heroicos jugadores españoles. "No es justo y no se juega limpio con los países pequeños cuando se enfrentan a los grandes, ésa es mi opinión. Es más fácil que sucedan esas cosas con los países pequeños como Malta, con uno más grande no ocurre, seguro. Especialmente fue negativo el trato que tuvimos antes del partido y tampoco fue bueno en el campo. Fuera del estadio había mucha presión, la gente nos gritaba mucho y no nos dejaban ni siquiera en el hotel, todo el mundo se echaba encima y en el autobús, al llegar al campo, había gente esperando para presionarnos, eso lo notamos mucho", asegura el ex portero.No motivado por esos recuerdos, pero sí por azares del destino, Bonello ha regresado a España más de veinte años después del partido. Y lo ha hecho para ser icono publicitario de la marca de cerveza "Amstel". Antes de la experiencia publicista, no había vuelto a pisar nunca suelo español desde aquella noche de Diciembre de 1983. </span></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div>Pedro J. Díazhttp://www.blogger.com/profile/15680286092393473489noreply@blogger.com4